fabricando dramas: we have a fighter

el autor de este texto adoraría ostentarse bajo el despampanante título de manipulador social, controlador obseso, chalado por completo, lunático sin remedio, o aunque fuera, neurótico, bipolar o depresivo. la verdad es que carece de todas ellas y ofrece, indistintamente, algunas cuántas convulsiones esporádicas, temblores que pasan desapercibidos, ausencias silenciosas, voces y otras linduras, que no se le comparan con el verdadero arte de la manipulación. pero trataba de asegurar, decía yo, que el titular del presente artículo, no estaría más congratulado de hacerse llamar un asqueroso manipulador, un calculador de mierda, o en su defecto, un pinche controlador. posiciones, las tres, que ha llegado a intentar jugar, y ha salido, por no decir ridículamente parado,  sí bastante mal de todas ellas. la realidad es que para cabalgar bajo tan anhelados títulos, habría que cargar con un cinturón que lo acreditara a uno como tal: estar rodeado de súbditos que estuvieran al asecho del deseo propio; colegas dispuestos a dar la vida en nombre de uno; o en el caso de los otros, portar los diagnósticos correspondientes de enfermo mental. la realidad es que, su remitente, sin llegar a encriptarse bajo tono epistolar de una confesión, puede asegurar que de la única manipulación que es capaz es de. ...