Los Godinez

Eran las dos de la mañana y los guardias, bajo el manto reptilante que eran las estrellas de aquél campo casi al vacío de la nada, lo dejaron pasar como cosa normal. Había estado haciendo visitas casuales. Chequeos sorpresas. Lo normal para alguien de su puesto. La oficina estaba completamente a oscuras y a un lado escuchaba el traqueteo de la fábrica. Eran como ecos que se levantaran hacia el techo de la nave, y se extinguieran antes de llegar al cielo. eran como grandes y potentes esferas que vigilaran todas las tierras y cada una de las piedras.