Sueño zombie

Lo supe desde que me baje del carro buscando un cajero automático, mientras los tíos gordos de mi chica me ofrecían cigarros con cara de Vikingos amigables. El cielo centelleaba entre grises y azuleazos y metí la tarjeta al ATM mientras pensaba en como deshacerme de los cuerpos de los zombis que vería más tarde. La segunda certeza la tuve en el apartamento 306 de unas calles más arriba. Un olor acre y agridulce nos inundaba y una rocola intentaba ser karaoke. La noche estaba previsiblemente arruinada desde antes de salir. El itinerario era cubrir, básicamente y si había entendido bien, 5 puntos cardinales en toda la ciudad. Yo sabía que no llegaríamos ni al tercero antes que alguno de esos zombis nos deshuesara los brazos a mordidas. Sentir los dientes mordiendo profundamente la carne y la sangre escurriendo por todos lados. Yo buscaba posibles armas que me sirvieran para combatir a los zombis mientras a todos les importaba una mierda. Hablaban de parrillas y carnes que se cocinaban lento o rápido. La música era rápido o lenta y nada quitaba el aroma a aromatizante con exceso. Y al regresar del baño regreso a una dimensión desconocida donde todos intentan hablar en idiomas diferentes. Y yo estoy pensando si los zombis hablarán algún idioma universal.