de lady blue y algo de zapatos

Zapatos roidos, sentimientos de roseta, en el pecho una casita en forma de hogar, una mañana que lleva el viento y va volando por entre las plazas, una chaqueta de alquiler con forma de sonrisa a medio pugar, tiene las manos negras y enjutas como llenas de todos los polvos, todas las grasas y todas las suciedades: aún así su espiritu es puro ceño. Ceño, potestad, aire y patria; piernas punzantes y cansadas, la cara (nuevamente) hecha toda de un fuego azul y tranquilo, conformada por el canto y el himno y la cancion y la musica. Los zapatos (otra vez los zapatos) no: los zapatos no, sino los pies: los pies son muy sabios porque han caminado muchos caminos y muchas ciudades, han flotado en el espacio y han andado entre las piedras, luego el pecho que guarda recobecos oscuros, secretos de barcos piratas y de criaturas perdidas, los hombros de cristal, el vientre de dulce.

El azul, punto que se extiendo ilimitadamente. Escondido en un cajón, un cigarro, y un medio libro: revuelta entre el oleo, entre la plasticidad de las pastas, de los plasticos, pensada en las noches de alcoba y cigarro, reflejada antes de nacer en la copa de vino vacio. Aquella lady blue, que pensamos, existimos en ella, nos tergiversamos y fracasamos guardados dentro.