Brigitte se levanta del piso lustrosísimo del estudio. Tiene el sexo mojado, la cabeza lenta. En su vida a escuchado reggeatón. Tres años después, esa misma pieza será exhibida en el Jonathan Levine Gallery, en Nueva York; en dos años...en dos años estaría a punto de echarla por la ventana. Ahora, domingo, por la noche, la pieza esta casi terminada. Kellis Landrum se ha marchado hacer dos minutos. Sabe que tiene la exhibición asegurada: el lugar, el stand, por fin. Vidrio y belleza. Cristal cortado. La plástica, la plástica le ha robado el corazón.


Cierra los ojos.


Quiere vomitar, enterrarse las manos al centro de la pieza, rajarse el cuello....pero no puede. Por la plástica da la vida.