[Lo más parecido a la victoria (infancia, aliens, perros epilépticos vs. arañas fosforescentes espadachines) que recuerdo, son unas ganas quijotescas de estrellarme en la pared, unas ínfulas de divo que me entran a ratos y una soledad infinita y circular que parece como si diera vueltas sobre sí misma.]


[Es tambíen lo mas parecido que conozco al amor: una sombra que me avergüenza hasta lo más ínfimo de los nervios (tinta negra derramándoseme en la entrepierna: tinta en las paredes, manos y en los pies aligerados) Algo que me asecha y cuando menos lo pienso: plas, le doy el madrazo]