20.10.09


Se escondía debajo del rescoldo de mesa y pasaba horas viendo la lampara de alabastro y bola que pendía desde el techo. Era, quizá, una estrella fugaz, una noche en venta, unas escaleras cuesta abajo: en fin, millones de imágenes mentales tipo jungnianas que le acudían al mismo tiempo al hueco en forma de humo que era su cabeza.
Fué una noche de abril, azulosa, gastada y nítida, la que lo colocó por debajo del riesgo. Hacía ya tres horas que la luz dejara de iluminar las losas de mármol y hacia solo dos y media que ya no pudo leer en la oscuridad del cuarto.
Sintió entonces la noche en forma de pistola, rasguñandole el miedo de fantasma en una geométrica perfecta de veneno y gato; de mujer y ruptura; de plástico anquilosado; de botella y sémen. La extrañó y murió en ése mismo instante: noqueado, tóxico, feliz y triste.

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.