Y vivimos hechos un cómic. Una letra perdida, cascada irremediablemente entre las horas muertas de la noche, la mañana o la tarde. Y así nos paseamos: alguien tendrá que tocarnos algún día. Delinearnos con las manos y darnos la existencia. Entre tonos rosi-claros y magentosos: vintage postmoderno de un sueño de verano.