Estábamos resbalándonos. Tenemos la big crown espantada y borrada por la estatica de toda la ciudad. Estamos cayendo. Es casi un hecho: queremos golpear al suelo con la frente y revolvernos en sudor. Y nos están casando... Como conejos idiotas. Ciegos. Nos perdemos. Nos decepcionamos. Nos dejan, nos cambian, nos tiran; usamos, desechamos, cogemos y plum: a la basura. Estoy epileptoso y con un miedo espantoso a caer rodando por la oficina. Tengo mi big corona invisible en la cabeza. Tengo las manos borradas, las ideas borradas, los pensamientos borrados, el corazon borrado, los ojos borrados. Quiero borrarte la boca. Despertamos un día con el gran malestar de nuestro tiempo (Oh God, bla bla bla bla, Oh God) Miedo a caer. El aura. La jodida aura como una ventana gigantesca que nos quiere tragar. Nadie sabe lo que es. Mirar al fuck Internet Explorer y tener miedo a caer; llevarse a los labios el conito con agua y tener miedo a caer; llevarse a la boca las pastillas y tener miedo a caer; caminar y tener miedo a caer; dar tres pasos y abrir una puerta y tener miedo a caer. Pero así estamos: resbalándonos liquidamente por esta aura estratosférica azul (de nicotina), verde (alchohol), y de millones de colores que se escapan a frecuencia inatrapables. Y solo corriendo. Solo corriendo vamos escapando de ella. De ella que nunca nos deja (el miedo a caer). Chinga tu madre.