Estaba solo. Se supo solo en una balaustrada de luces y cenizas. Quizo mirar, los ojos ausentes de zodiaco que tenía, pero solo vió el rastro de una vida sin consecuencias. Era una ola serpentenate. Una soledad completa e irasible. Permeable. A prueba de besos. Su vieja piel había perdido el voltaje de las estridencias fugaces de los años, y hoy, solo le quedaba el cielo. Ni los libros, las letras o los viejos cuentos de fantasmas, podían traducirse en algo visible. Perdía la palabra...era algo que tenía que ver con ciclón, voltaje y estridente pero no lograba nunca tomarla. Era un soledad ancenstral de un millón de cielos conjugándose.
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.