Respiró dos teclas de piano más y quiso subir el último escalón. Era simplemente inabordable. Tres plantas carnívoras le esperaban en la parte más alta de la azotea y el nivel del agua subía estrepitosamente. Se desbordaría cuando el reloj marcase tres minutos luego de las cinco. Pensó en los negros del sur; en los barcos y su mal periódico de las maldiciones de piratas barbados; en el cordero; en la religión; en su novia Kelly. Y supo que iba a morir ahogado ahí mismo, estúpidamente ahí, embarrado contra los escalones de una guerra desmedida por el arte. Su propia arte que se extendía (ahogada) dentro de sí mismo y en todas direcciones, como una película crustácea de medusas hermosas y violentas. Su arte. Mi arte. Y moriría encerrado ahí, sin remedio alguno. Penso: esto es: This is my art.