Decídete ya, muchacha.

Hoy me voy de viaje. Voy a mi ciudad natal. A veces no se que esperar de esta ciudad. Me llevo o la llevo por cinco años de lejanía. Y la razón de volver a ella, es una mujer. Una mujer que amo profundamente -cosa grave- y que sencillamente espero ver conmigo todo el tiempo. Viajamos, escribimos, soñamos, y vivimos esta vida como si fuera eterna, con la plena incertidumbre del futuro. Hacemos planes y listas porque tenemos miedo a la muerte. Al descontrol. A la vida. Pero, en medio de este caos, podemos tomar decisiones y conservamos, en mayor o menor medida, nuestro albedrío ¿libre? Aunque existan cosas dentro de nosotros que nos hagan tomar decisiones por nosotros, debemos aprender que en gran parte de nuestra vida será así. Las decisiones importantes se toman y es el corazón el que al final escoge.