¿Milagros en la ventana?

Intentamos por un momento detenernos y pensar. Pararnos ante el escurrimiento total del tiempo. Los días, las horas, los minutos se nos van yendo y simplemente no lo podemos evitar. Entonces, hay que trazar el rumbo. Aunque este signifique seleccionar. La selección, es también, una forma de muerte y pérdida. Por medio de ella, le damos vida y muerte a caminos. ¿Qué pasará con los caminos que nunca elegimos? ¿Cuáles serían nuestras esposas y nuestros hijos, bajo elecciones distintas? Entonces, tenemos que llorar desde ahorita y aventarlas al vacío. Duelar esa amalgama que no llegó (pero a su vez, llegó la mujer de mi vida); comprender que ese trabajo tampoco llegó (pero llegó otro que aborrezco el 90% del tiempo, pero aun queda un 10% que disfruto); entender que la vida da muchas vueltas y no importa cuánto las cosas se planeen y cuánto tiempo duremos escribiendo lo que vendrá....hay ventanas demasiado altas -la Muerte es una de ellas (Xavier Velasco)- y el destino es la otra. Esa ventana dónde si podemos observar pero no acercarnos, de modo que siempre miramos estáticamente hacia al frente pero nunca lo viene luego o vendrá. Así que hay que tomar un respiro profundo. Cerrar los ojos. Sonreír. Y pensar que este es una especie de día-comienzo-recomienzo: un milagro. Tu. Tu en mi vida, un completo milagro.