Mr. Kafe y la galaxia tendida de un sillón mal recordado punto com.

Miro las últimas imágenes del televisor. Tres policías maquillados intentan detener a un villano de gimnasio. Cuatro vueltas me da la cabeza antes que sendas gotas de sudor escurran por mi frente. Estoy drogado. Pachequísimamente idiota. Me levanto (¿lo hago?) y saludo a cinco zombies que nadan en mi cocina. Un sonido (de musica ligera, cómo no) atraviesa todo el cuarto, con forma de los ángeles de Axe. Los cinco llevan traje de buceo, (los cinco zombies idiota, no los ángeles) mientras intentan morderse cariñosamente unos a otros. Voy al refrigerador. He estado pensando en la maestría un poco, en abrir por fin el consultorio y dedicarme a lavar cerebros por el resto de mi vida. Cambio de canal. Regreseé (¿regresé?) al sofá. Dos cucarachas corren líquidamente por la estratésfera de la habitación y de pronto, así como si nada, así como si no existiera ningún Dios sobre nuestras cabezas: chaz. Tengo una metralladora gigante entre las manos y estoy enfundado en un traje de latex fosforecente con luces de neón. Soy un motel ambulante. Soy la nueva leyenda motelera paseando por todas las pinches galaxias, dispuesto a exterminar a todos esos cabrones zombies que me joden la existencia en la cocina. En el televisor pasan el último juego de la pretemporada de la NFL: Patriotas de Nueva Inglaterra versus Jaguares de Jacksonville. Quisiera cambiar el canal pero la metralladora pesa demasiado. Anoche estuve (cayendo) & aformo, sobre el panteón del más rincón de los rinconazos de las fiestas. Recuerdo que un día antes, alguien mencionó algo en la oficina. Un comentario a la ligera. Un algo así como: "mañana nos vamos" o "que rica grass" o "bailando con marijuana". Recuerdo (creyendo) que al día siguiente, pasadas las veinticuatro horas reglamentarias entre un día clon del anterior, dijeron: "vamonos, por fin es viernes". Entre ese momento y cuando empezamos a fumar hierba de avispas extraterrestres, la verdad es que no recuerdo nada...