Los problemas empezaron cuando nació la primera cría. Hasta ese
momento, y luego de años, casi nadie recordaba cómo había empezado todo ese
remolino de acontecimientos. El cielo era azul, como pintura derretida que
estuviera a punto de caer. Y nació rosa; rosa y brillante y hermoso e
increíble. Nadie se atrevió a decir nada, porque la belleza, en parte taurina y
animal, salía a relucir a mitad del ruido del metal. Era un caballo café. Luego
todos recordaron que tenían que volver a trabajar. Un terreno verdoso y
habilitado en donde más de cuarenta ejemplares pistoneaban y zigzagueaban sin
ningún tipo de freno.
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blog de relatos de hombres imaginarios con jumanjis, auras matutinas, sueños mal recordados y maromas neuronales.