29.1.17

El hielo era como una gran carretera arácnida que se extendía por toda la extensión de la ventana. Azuloso y cristalino y en las noches negro, alcanzaba a cubrir el cristal incluso por la parte de dentro de la casa. Había calentadores de leña y de gas y las luces iluminaban el pueblo más nevado de la república. Olía a frío. Todos sabemos a qué huele el frío: caminos silenciosos donde lo más importante es conservar el calor y no morir en campo abierto.

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.