Una de flashazos y maromas
Hay carnavales mentales que se vienen de forma intempestiva y nadie los invita nunca a la fiesta, precisamente y de sobra son esos los mejores. No siempre el planear mucho las cosas resulta en la combinación ganadora. Y es que estás tormentas nocturnas llevan siempre la ventaja, porque no sabe uno a dónde van a parar ni el rumbo que la adrenalina del momento les funciona de motor. Así sucede que cuando está uno más decidido a irse por el camino recto, se esconde desde la esquina más oscura la más tentadora de las tretas: flachazos impresionantes que le iluminan a uno la vista, el alma y sirven, porque no decirlo, de una buena y potente erección al espíritu.