Venga, a la mesa que nos hemos de jugar de mano completa, y que preste mesa y la botella y la música y que esta todo listo. Pero daban las cartas y la mirada de ella es octogenaria y su voz afilada y tierna, pero tiene los modos infantiles y un poco bobos, pero tiene los ojos que latiguean y ponen de rodillas. Pero hasta los mejores ojos se les pone en la tierra, en orbita. Me juego mi mejor carta: ambulancia, urgencias, a insultar doctoresy camilla: examen de sangre con dosis mortal y de quince revolcadas la noche con los huesos hechos pomada; sali pendejo de ahí como por cuatro semanas. La noche que se escurria entre narcocanciones y narcoanéctoas acabó cuando ella quiso (se escribe cuando quiere, a las cuatro de la mañana me levanta, sabrá Dios si por telepatía o por bluetoth a escribirla e inventarla) sacó la última carta y se tomó el ultimo trago, que esas cicatrices no son defecto de manofactura, sino mas bien de distribución y almacenaje, que esta mujer trae muchos voltios adentro y pensó que abriendose las manos la saldría un poco la luz de la vida.

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