El tiempo dejó de contar. Se la ha hecho realidad el miedo eterno del péndulo gigantesco, ese que, siempre que lo sentía (un terror calcificado en forma de una sombra inmensa), le venían los temblores.
El tiempo dejó de contar. Vió el hueco de la muerte en sus hijos. Y supo que quizá sería la última que le vería viva.
15.5.09
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prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.
rebuscado señor mío, qué le vamos a hacer
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