30.11.10



Estaba encerrado. Si miraba bien, a lo profundo, se difuminaban los metros y metros de distancia que había de camino hasta la calle. El último piso del Count McGraw Hill albergaba un penthouse que, al menos es esta mañana, se encontraba vacío, era una terraza improvisa construida apenas a final de los noventas. Y aún así, el edificio parecía tambalearse con el aire pasados los noventa primeros pisos. Y es que ¿quién no se tambalea?

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.