Estamos tomados de la mano, en la última cantina; donde parece, que el Diablo se ha bebido las tres botellas restantes, las únicas tres que quedaban. Tengo los ojos rojos, esculpidos en humo y aire. Pero aún así, la noche se alarga un poco, un poquito más. No queda nada. Tenemos que comprenderlo. No queda nada.
Buscar este blog
blog de relatos de hombres imaginarios con jumanjis, auras matutinas, sueños mal recordados y maromas neuronales.