Andreu Hoffman, guardia del segundo y oficial en mando tenía, además de varias deudas con sus superiores, una infección urinaria. No podía dejar de pensarlo. Tampoco podía dejar de pensar en El Aura. Ser epiléptico es tener una silla eléctrica a control remoto. En cualquier momento se te tuesta el cerebro y !fum, fum fum! Adiós futuro.