Donde se ponen las muestras, Se ponen en esa helera, pásele, Qué amable, Usted no se mueva, usted pásele, dice el enfermero organizando a cada uno de los viejos que hacen fila en los laboratorios, que de laboratorios nada más tienen el nombre. Mejor le vamos a sacar la sangre desde ahí, no puede usted caminar así señora, mejor ni se mueva, ordena el hombre de la bata, Tráiganme una aguja, rápido, Aquí está la aguja, contesta otra joven, Y los tubos, Ahorita se los traigo, Apúrese. El consultorio es humilde, nada ostentoso. Una hilera de sillas negras se afrentan a las puertas de los consultorios, A1, B2, C3, D4, E5, dicen los letreros de cada puerta bajo los cuales hacen filas una bandada de viejos. Como se siente, señora, le vuelve a preguntar el enfermero, Pos me siento, ya cada vez siente uno menos doctor, la vida lo va dejando a uno, contesta la anciana. Ya me picó, le pregunta, No, apriete el puño para que se vea la vena, porqué no puedo verla todavía, Ya la encontró, Ya, ya la encontré, ahí estamos ya. Jesus bendito nos ampare, exclama la vieja que tiene un ojo negro y el otro azul como las mañanas muy claras, Nos estamos muriendo todos doctor, y la vieja rompe a llorar desconsoladamente. De entre todos los presentes, hay un joven que desentona entre los demás, es joven, luce enfermo. Usted a qué viene, le pregunta el enfermero una vez que la vieja ha terminado de llorar y éste le entrega un pañuelo, Vengo a rayos X, aquí tengo la orden, Que fecha de nacimiento tiene, le interroga el enfermero, Mil novescientos ochenta y siete, Pues aquí viene mil novescientos noventa, y esa le tengo que poner, porque sino, el sistema me rechazaría la placa, Y entonces, dice el joven, Entonces qué, contrataca el del uniforme blanco, Pues entonces para qué me pregunta si no la va a cambiar, Pues para que sepa que está mal, tiene que cambiarla, pero eso déjelo para después, ahorita acomode la cabeza, En qué posición, derecho. No se mueva, a la cuenta de tres. Estoy listo, No hable, No hablo, Cállese, le reprende el empleado del hospital, Tendremos que repetirla, Pues repítala, y la quietud de unos instantes hace silente la sola en donde maquinas y maquinas harán alguna transformación de la luz para lograr una imagen del cráneo del joven. Y a usted qué le ha pasado, o porqué viene, A veces siento, como si tuviera una planta en la cabeza, por dentro doctor, cómo si estuviera llena de pajaros que revolotearan y me hicieran cosquillas en las neuronas.