Aceptémoslo. Soy una princesa con mala salud y hábitos quejumbrosos. Tengo una fobia tipo NINTENDO a las arañas desde que tenia cuatro años y aún me da miedo dormir con la luz apagada. ¿Qué quieres? Me hace falta un jodal de testosterona en el flujo sanguíneo. Aceptar, es también una forma morirse. De auto-morirse y decir: aquí estoy muchachos: ahora no estoy. Pero te contaba que Janeth era una especie de especimen distinto. Respondía a muchos nombres y varias realidades. Intenté comprenderla durante casi cinco años, igual que he intentado cambiar, pero creo que las cosas, simplemente no funcionan así. Janeth vive en el castillo de abajo, bajo un cielo mostaza y caminos de espirales e hipérboles. Está contenta después de todo. Y loca. Contenta y loca de remate. Sin remedio. En cuanto a mi, puedo decir que soy una de las personas más lloronas, quejicas y fastidiosas que conozco. Y ni hablar. Pero te decía de Jana. En lo alto de la segunda torre de izquierda a derecha, tiene un rueda y una mesa (en la otra torre tiene toda una colección de pergaminos y libros casi tan grande como la que yo tengo en la torre de a mero izquierda) en donde escribe. Escribe estupendamente bien. Su corazón ha perdido el impetu de bomba explosiva que tenía cuando nació y eso es culpa del maldito trabajo: imagina una princesa, poeta, metida de 9 a 6 en un maldito cuarto de oficina....y buen remedio es ese contra los poetas: así mismo se quita lo artístico, con un jodazo de días de oficina, empaquetados en pajos de trescientos sesenta y cinco. !Fffffum! Bonito remedio. Hábrase visto par de personajes tan semejantes, enclaustrados en tamaños aposentos (y cosa curiosa, que lo periódicos existan en pleno Siglo XII que nos encontramos, curiosa mierda por las barbas de merlín) Ah, pero te decía que soy una barbie. Una niña. Aceptémoslo. Cuando ella tenía el corazón black black black y quería ser una bruja maldita, yo quería tener una mente verde verde VERDE para contagiar al mundo entero con hechizos. Escribir es una forma de dictar hechizos a distancia. De conjurar y envenenar al mundo entero. Y por eso, ambos esperamos que algún buen día, se jodan de leerlo algo.