Estoy encabronadamente feliz. Con la sonrisa macabra y es que ¿cómo decirlo?: encontré un nuevo síntoma. La mayoría no podrá saber lo que eso significa. O quizá sí. ¿Pero para uno? Supongo que eso es lo mejor cuando el tiempo lo va alcanzando, y los estilos se van volviendo normales: se va templando el ánimo. Mis ojos son -porque te explicaba de El Síntoma- una maquina de escribir descarrilada; son una caraja maquina Olivetti que va de izquierda a derecha sin control alguno: taca chaca raca chá. No puedo pararlos y se que después vendrá todo lo demás. Y eso, no me quita, la sonrisa idiota de saber que cada día estoy más del lado del psiquiátrico que de los escritores. Salud.