El avión (y una y mil muertes multifacéticas)

Maletas cayendo. Ojos cayendo. Todo cayendo. Las luces, serpientes. Las ventanas, luminosas. Todo flashes. Todo centelleando. Las aeromozas corriendo por el pasillo, y es ahí cuando sabemos que algo anda mal. El avión está cortando la gravedad a cientos de kilómetros por hora. El aire se agita. Aire. Fuego en el aire. Estamos cayendo. Padre nuestro que estás en el cielo. Holy father. Se escuchan rezos. Llantos. Hielo. Miles de sueños volando brillantes por la cabina. Los pilotos, dos calaveras. Los pasajeros, un ejército de muertos. Nos vamos a estrellar. Nos aligeramos. Vamos prestos a la muerte. La muerte negra. La muerte azul. Estamos subiendo. Lo sabemos. Lo respiramos. El aire, fua!. El avión, fua!. Las ventanas, fua!. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. Se escuchan ya gritos abiertos. Cristales rompiéndose. Huesos crujiendo. Cientos de vidas pasando por los ojos de cientos de pasajeros. Mascarillas. Luz roja. Alarma sonando. Ruido. La gravedad. Hágase tu voluntad aquí en el cielo, como en la tierra. Los asientos se despagan. Todo se funde. Todo un remolino. Todo el fin del mundo. Todos pensando nos vamos a morir todos. Todos muriendo. El aire, vidrios feroces y pungentes que cortan la atmósfera en mil pedazos. La vida, un líquido que se escapa terriblemente. La muerte.  Los ojos de la muerte craneal e inmensa, colándose por todos los intersticios. Danos hoy el pan de cada día y perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Entonces llega el momento. Slowmotion. Todo es paz. Explosión y silencio. El ruido que llega hasta un sol que es tragado por el mar. Y el mar, una gárgola estentórea. La muerte, un payaso sonriente al final del pasillo, esperando junto al diablo. El diablo, una mueca. Todo es luz y calma. Todo, un océano de lava azul y gris corriéndonos por las venas. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos Señor, de todo mal.