Disparé. El cielo era una cascada interminable de chicle color rosa. Igual que los zapatos del barman: unas botas picudas, picudísimas ancladas a la ventana por donde entra una música ligera y en donde no se puede dar el corazón: iremos donde quieran esas botas y apostaremos por el Rock & Roll. Disparé. Lo último que vi fueron las botas picudas, picudísimas entrando cachondamente por la puerta del Texas. Así le decían: el Texas. Jul|
7.7.11
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.