El Texas Man

Unas botas picudas, picudísimas se anclan en la ventana de una música ligera, de aquél amor, de aquél amor: nada nos libra, nada más queda1. Entran cachondamente por las puertas de la cantina y abren (dilatan) violentamente la luz. Son rosadas, rapidísimas, astrosas. Y de vaquero. Todo esto pasó, después de que el cielo se volviera todo de tequila.
― ¿El cielo de tequila?
―Sí, el cielo de jodidísimo tequila de agave: encendido azul como una bola de fuego encendiéndose a si misma. Pero deja, te sigo contando.
Te decía que eran picudas, cabronsísimas y con el lagarto todavía vivo. Tres pistolazos indiscriminados le tenían que disparar cada que el cocodrilo pinky, ―aún vivo, aún cabrón, aún un hijo de su fronteriza chingada madre―, tarascaba con gracia de monja pervertida. El tipo entonces, camina líquidamente por el bar.
 Todos lo vieron. Todos callaron.
Oprimieron, sin lugar a dudas, la tecla PAUSE, y el güey de las cubas se mete vertical entre las mesas, a la barra. Lo hubieras visto, era como si le corriera champán por las venas: una mezcla de Bobby Pulido bien Bob Marley: exhumado de la narcofosa para ir a esnifarse directito a la narcoteca. Total: greña rastra, sombrero y audífonos calados.
―Quíhubo my Texas Boy –le dice la bar ténder― ¿Checas la onda? ¿La guachas? El Texas. Le decían El Texas Man: catrín cual diablito de lotería mexicana y filoso como punta de maguey.
―Pos quíhubo mi Changa, aquí nomás, ¿ya ves? Dinamitando la escena TNT.
Bueno eso no lo dijo el Texas. Era demasiado bruto para inventarse cosas así. Parecía como si en ves de agua se bañara en nitroglicerina y entonces: oohhhhh, y psssssssss. Irradiaba un tssssssss que electrificaba cualquier escena cantinera, con ese intersticio de vampiro galáctico afrancesado. Amparado bajo San Ipod Mateo, escuchaba kinkinazos maquileros zombilescos quijotescos googlescos y coca-coleros. Nadie sabía lo que escondía ahí: dentro de sí.
―Ando con ánimos de diputado de rancho mi murciélaga –dice mientras se levanta la texana, se acomoda dos mechones de pelo tras la oreja y saca una cigarrera como de puta francesa.
― ¿Y eso? ―pregunta la Changa.
―No sé, me levanté en la mañana con ganas de oprimir la tecla DELETE de tus ojos. Con eso, y la necesidad urgente de que alguien me agite constantemente.
Todos hablaron.
―No, Texas. No la chingues. Todos sabemos lo que pasa cuando te agitas güey. They call you dandi2: fucking dandi.
Entonces el Texas, que nació sin póliza de garantía y sin instructivo de uso, pide que alguien lo agite urgentemente.
SUPRIME.
Todos se llevan la mano a la cien y dicen:
―Ni lo pienses Texas, hijo de la chingada. Por Huguito Sánchez y Dieguito Maradona. Ni lo pienses. O destruimos la fucking border en éste preciosísimo y preciso momento.
―Cállate que te estoy contando. ¿Qué? ¿Qué si todos lo dijeron al mismo tiempo? ¿Qué clase de pregunta es ésa? Pues no sé, pero lo dijeron. No, sí. Sí, ahora me acuerdo que sí lo dijeron todos al mismo tiempo, como musical de Broadway. Ahora cállate te digo. Que te calles. Déjame contar la historia.
El Texas, infatigable postmodernista, y pura "avangardería", no hace caso de ninguno. Quiere, inevitablemente, que  alguien llegue así sin ton ni son, y lo zarandee.
―Acuérdate Texitas, que aquí todos sabemos enchilar la música.
Entonces, abruptamente, con alevosía y ventaja, el cocodrilo izquierdo  tira otra mordida profana y maquiavélica. Tras. Crac. Crooaccc. Trrooooaaccccckkkkk. La mona de la barra, que para esto deja tirado su Bokowski y su Pizarnik, le avienta un vaso de tequila a la bota.
CTRL + ALT + SPR
Task Manager. El Texas cambia su canción y pone, de buenas a primeras, Sí Señor, de Control Machete. Luego cambia: Nortec, Frank Sinatra, B.B King. Kinky. Se monta en sus Ray-Ban o sus Ray-Ban se montan en él, y dice:
―Che changuita, tú si sabes como agitarme la culebra...digo, agitarme el lagartón. Además ―agrega Texas― «Allá donde voy, me llaman el extranjero, donde quiera que estoy, el extranjero me siento.
 Y todos suspendidos por el ADMIN. TASK ruegan porque no los terminen. Tiemblan, tiemblan. Sufren, sufren. Así como diciendo: qué bonito, era vernos pasear, queriéndonos infinito, pensaban siempre será igual.4
RESET
Entonces, un mafioso con cara de carnicero mexicano, al que le apodaban Don Loope California, se levanta mientras una botella se cristaliza y cae al suelo, dándole un aire medio retro, medio hippie a la conversación.
―Texas, I´m gonna kill you with mis propias manos.
El Texas, con temple de bombardero a miles de gigabytes de distancia, voltea y lo mira justo en el ojo.
Are you talking to me? ¿Tú? ¿Tú, fucking gordo maricón…?
Levanta su mano derecha y le apunta con su iPod. Respira. Jala el gatillo. Dispara. Agitado, el Texas Man se derrama en nitroglicerina nítida y diáfana, alcanzado lo no alcanzado.
A pesar del tiempo, las botas picudas, picudísimas se siguen anclando en la misma ventana de la música ligera. Pero ahora el Texas, ya no va montado en Arial 12, ni en Times New Roman 14, ni siquiera en Bookman Old Style. Ahora va galopando en RoseWood 12, a donde quieran sus botas: Ya no puedo darte el corazón: perdí mí apuesta…por el rock n´roll.5


1.      Música Ligera. Soda Stereo.
2.      Dandy. NORTEC.
3.      Extranjero. Enrique Bunbury.
4.      Infinito. Enrique Bunbury.
5.      Apuesta por el rock and roll.