Basta de Padres Nuestros, Míster Father.



No se aún a quién se supone que deba representar este blog. Uno escribe, o al menos debiera hacerlo sin pensar en figuras de representación, pero los procesos cognitivos son complejos, hilos azules, cables de luz tensores -oscuros cuervos inmóviles, difíciles, estáticos y vibrantes sobre un alambre de luz, potencialmente eléctrico-, que parecen tejerse al ritmo del mismísimo cielo. Pienso en todos ellos: listos para venir a cobrarse las deudas pendientes: mr.kafe, mr.freudy, mr.fukú, mr.olivetti, mr.mister. Todos rezando al unísono la misma plegaria pasada de moda: padre nuestro, padre nuestro. Así que basta de padres nuestros, señor cura. A veces pienso que estoy por dar la vuelta a la esquina. Tomar el primer bus que pase y encontrarlo por fin. Pero es tan difícil, usted deberá saberlo mejor que yo, míster. Uno, simplemente, toma por asalto el teclado, y escribe. Las teclas, un montón de bichos sonantes, una nube de palabras difuminadas, brillos divinos, vampiros lúcidos y traslúcidos. Pienso en todas las voces y no me venga con cosas: lo mismo da si es usted mr.loquero o mr.párroco. No me importa el método, sólo sáquelos de una sola vez y entierrelos. Aunque si le digo desde ahorita, basta, por piedad, basta por favor, de padres nuestros, mister father: nosotros nacimos huérfanos de ruidos, y bastardos de rezos.