¿y tu locura dulce, cabecita de araña?

¿y tu locura dulce, cabecita de araña? ¿en dónde quedan, las fotos, las fiesta y las fotografías que tomaste?¿en dónde queda, locura de mi locura, las párrafos escritos (ciegos) y los tantos por tantos de palabras apiladas unas sobre otras? ¿donde quedan, amor de mis entrañas, los tangos fosforescentes, las luciérnagas iracundas y en fin, todo lucifer en sí, profanando sabrá dios qué neurologías, por no decir, necrologías? ¿dónde queda, cucarachita de mi alma, pochita incompleta, dónde queda, te digo, el oficio de la santa masturbación? y, es en este espacio, tan hippie y tan quinqui, tan pilates y tan yoga, tan blogger y tan afgano, en donde terminaste desastrada, tan falta de muerte y tan sobrada de nueva vida, y en donde te llamo, o mejor dicho, llamo a la ausencia más profunda e ingobernable (donde por supuesto, no existen las palabras) que te gobierna y te maltrata. 

y yo te lo decía, alma mía, pero tu te empeñabas en decir que era la paranoia, la loca de la paranoia y hasta le pusiste nombre. le pusiste nombre a tu infortunio de oficina y de horas gastadas; de horas clonadas una tras otra que enjuagabas con el hilo de saliva que se te empezó a hacer desde la boca hasta los pies. ¿cómo llegamos, a enredarnos, en esa telaraña de baba y palabras? ¿cómo fui a caer, arañita mentirosa, en todos tus engaños, en todos esos cuentos de bandoleros que te perseguían, de carros que reptaban en cada esquina, esperando a que salieras de cualquier lado para seguirte sin ningún propósito, y en fin, en todos esos cocodrilos que veías al lado del suspiro de las personas? pero yo quería desentrañar tu misterio. ahondar en tus silencios prófugos. sentirme que estaba armando un rompecabezas con los sesos que te quedaban, y poder, en un final, salir airoso y ventolero con la victoria (alienígena, por supuesto y claro y sin embargo y etcétera y etcétera) con tu biografía escrita de pies a cabeza, o mejor dicho, de neurona a neurona. 

y es que así es como debe de funcionar. debió funcionar: corrección. exprimirte hasta las poros. vender al por mayor cada uno de los respiros de tu ser y cambiarlos por palabras. ¿cuántos frases podía llenar con un brazo? ¿cuánto me darían por tus tres mejores muelas? ¿cuántos párrafos por los tobillos? ¿la cerrilla de los oídos, también la podía canjear? pero decidiste hundirte en tu paranoia total. ahogarte en la duda que te mortificaba la cabezita loca que siempre has tenido. o mejor dicho, la duda llegó a ti y te mordió. cruack, cruack, !tómala lexotan, nunca serviste para nada! y yo que quería ahogarme en tus ojos vidriosos de rivotril, arrastrarme hasta lo más profundo del oceáno contaminado de tus pupilas y saltar desde un trampolín inventado de puro prozac. prozac macizo, amazado a puro whiskey. 

yo te lo advertía, muñequita loca, te lo advertía siempre: cuidado con los cocodrilos; cuidado con las catedrales extraterrestres, cuidado con las iguanas gigantes, cuidado con todas esas estrellas borrachas que cada rato alucinas. pero nos ganaron los ángeles que vivían dentro de los teclados de las computadoras. nos vinieron a joder (te lo concedo, fuese convulsión u orgasmo, siempre era algo) todos los demonios que nos daban cuerda en el reloj, y por mi parte, y a pesar de que los años sigan, venían a sembrar ese bichito de planta que se nos olvidó en los más profundo de la mente. salud. 

pd. ¿se necesita decir nombre?