El ícono de EverNote anda por ahí, en algún lugar del entramado virtual de la computadora. Sus neuronas resoplan. Me repito lo mismo que la semana pasada: deberías empezar a salir más, fumar menos, drogarte ni hablar. Tengo muchas horas vacias y gastadas. Muchos minutos pasados frente al monitor. Debo empezar a salir más y viceversa y etcétera etcétera.