estoy seguro de pocas cosas. narrar dislocado desde un péndulo gigantesco. hablar de laco y el espacio donde habitan mil seres invisibles. gruñir. no podemos, por más que se intente, cambiar nuestro rostro. es nuestra cara, nuestros ojos, nuestra piel. y aún así, quizá lleve alguna maldición sin nombre todo aquel que ostente contra su propia naturaleza: o lo más cierto es que nosotros mismos somos la maldición.