30.12.12

No alimente a los lagartos , Joven Chihuahua.

Los ojos del lagarto eran capaces de ver, atravesando la luna, por debajo del pantano y a la orilla de la isla que eran sus caderas. Una ecuación que se perdonaba a sí misma todas y cada una de las confesiones, que en brazos de distintas mujeres -el alcohol, la fiesta, la religión y la cama- parecían formar ese binomio tan perfecto de redencion: pecado y culpa, igual a redención. El cocodrilo -ese mandril quasimodo- alargaba las patas, enseñaba los colmillos y se auto proclamaba rey de aquél zoológico estampado en la Av. Roldán Franklin, número 300 y que ocupaba mas o menos 8 kilómetros estandar de largo por otros 6 o 7 de ancho. Chihuahua observaba fijamente la ciénaga mientras tomaba de la mano a su hermana menor. Sostenía una Coca-Cola en la otra mano y tenía los ojos verdísimos, perdidamente verdísimos.

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.