We are not angels

Somos más bien, ahijados predilectos de todos los monstros que nos acompañan. Mi mamá está loca. Lo supe desde que aprendí a ver esa mirada extraviada en otros mundos. Son las dos de la mañana del parque central, en donde el ruido sigiloso y cargado de nubes oscuras inunda las bancas y los árboles. Hay un color verde y negro por todos lados. Cuarentaicinco bancas se extienden por todo lo ancho y largo del parque. La verdad es que no podemos ignorar las veces (¿o los ámbitos?) que nos rebasan. Nos acompañaran siempre y ¿no es así, cómo el naufrago llegado a tierra extrañará siempre las olas amenazantes del mar que le señalaban día a día la muerte azul, extendida y agazapada por todo el océano?

Mis miedos, son primos hermanos de los tuyos, mamá. Aumentados, corregidos, nítidos. Y por sobre todas las cosas, doblemente astutos. Somos una fábrica de asesinos seriales en potencia. Quiero matar. Extender cada uno de sus músculos por todo lo ancho de la banqueta y componer alguna marcha fúnebre en la marimba con cada uno de sus fémures. Mentiría si dijera que soy fan de la sangre o de los músculos, si siempre lo mío han sido los huesos. Queremos morder. Joder. Reproducirnos lo antes posible.


Mi mamá está loca y lo sabemos y no hay nada que podamos hacer.