De los zombies en la fabrica

Algunas veces no encontraría palabras para poder descubrir lo que pasó en los años anteriores. ¿De dónde habían salido esos gatos en el techo? ¿Cómo se había multiplicado las iguanas, los reptiles, las vacas, hasta convertir aquello, en una fabrica-zoológico?

Sabía que sus compañeros actuales no podrían contar historias parecidas. Habían trabajado en fábricas, sí, se les notaba en lo barato de sus ropas, en lo sencillo de sus comidas, en su forma de caminar, en lo poco lujosos de sus carros: esa clase media que siempre lucha a girones por llegar a media-alta, sin conseguirlo nunca. Podrían contar chistes o anécdotas graciosas, pero, cómo explicarle que luego de la gran matanza y cuando los zombies inundaron por completo la fábrica, hubo que amarrarlos alrededor de la malla perimetral, con el doble objeto de ahuyentar a otros colegas hambrientos y evitar así, de forma original y maravillosa, el robo de merma de la fábrica que tanto había afectado a la compañía.


¿De qué mundo bizarro había salido todo aquello? ¿En donde estuvo los últimos tres años? Todo ese bonche de recuerdos se le venía a la mente estando sentado frente a los orientales.