Eran las dos de la mañana y los
guardias de seguridad, bajo el manto reptilante en que se habían convertido las estrellas de aquél campo casi a mitad de la nada, lo dejaron pasar como cosa normal. Levantaron la cabeza y abrieron la puerta. Había estado haciendo
visitas casuales. Chequeos sorpresas. Nocturnos, casi siempre. Lo normal para alguien de su puesto. La
oficina estaba completamente a oscuras y a un lado escuchaba el traqueteo de la
fábrica. Eran como ecos que se levantaran hacia el techo de la nave y se
extinguieran antes de llegar al cielo: ecos sonámbulos, ámbitos automátizados, el rescoldo inacabado de una inercia que iba siempre acompasada del sentido del dinero. Pensó en los cuerpos y en sus mentes. ¿Funcionaban igual que la suya? ¿Acaso, le jugaban los mismos trucos laberínticos? Las estrellas lo llamaron. La humedad y el aire. El ruido y los grillos. Entonces respiró y estuvo a salvo.
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.