Eran hermosas. Tenían la cara azulada y rosa, con esquinas y recortes lapislázuli, ojos blancos que miraban absolutamente todo lo que estaba pasando. Nunca entendí bien lo que significaba estar enamorado de una de ellas hasta que ya no podía dejarla. A veces eran verdes increíbles, corrían rápidas y por sobre todo, eran adictivas. Yo sabía, desde que las vi en el escritorio, que no necesitaba una droga más en mi cuerpo.
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.