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No hay dolor más grande que el amor mismo de la costumbre. Janeth vio por el retrovisor del espejo del Chevrolet Spark que conducía, y en su mente, los agujeros se hacían cada vez más grandes. Eran como pequenas licuadoras que se comieran un queso a mordidas que fuera quedándose vacío. El vacío. Vio las calles brillantinas por la lluvia que caía en la ciudad y penso que no llegaría viva. La habían alcanzado. Llevaban armas y eran tres contra ella sola. Apretó el acelerador. Después todo fue niebla y olvidó. No hay dolor ni miseria más grande que el miedo al amor. Había guardado tantos secretos que terminó por ser ella mismo una secreto para si, y no saberse a ciencia cierta realidad o ficcion. Quien de ellas era, en realidad, Janeth?