7.12.19

entrada con titulo

No hay dolor más grande que el amor mismo de la costumbre. Janeth vio por el retrovisor del espejo del Chevrolet Spark que conducía, y en su mente, los agujeros se hacían cada vez más grandes. Eran como pequenas licuadoras que se comieran un queso a mordidas que fuera quedándose vacío. El vacío. Vio las calles brillantinas por la lluvia que caía en la ciudad y penso que no llegaría viva. La habían alcanzado. Llevaban armas y eran tres contra ella sola. Apretó el acelerador. Después todo fue niebla y olvidó. No hay dolor ni miseria más grande que el miedo al amor. Había guardado tantos secretos que terminó por ser ella mismo una secreto para si, y no saberse a ciencia cierta realidad o ficcion. Quien de ellas era, en realidad, Janeth? 

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.