a lo lejos, entre oscuridad y un marmoleo de espuma blanca, se levantaba como una momia gigantesca de gengibre una figura de imponente tamaño. era del tamaño de miles de barcos que se hubieran pegado unos con otros. se movia. avanzaba con una mortalidad que se metía en cada una de las venas. el faro, arriba de una pequeña montaña, era lo único que mantenía a ese animal nocturno en la linea. las olas golpeaban las piedras y las hacian cada vez mas redondas, hasta que quedaban como canicas de distintos colores. la noche lo era todo. luego todo fue blanco y noche al mismo tiempo.