la dedicatoria más bonita del mundo

Se ha confundido con el tumulto, perdió su capacidad de distinción invaginado en el humo plateado de los cigarros. No escuchó más los sonidos de describen en los libros y que siempre son falsos. Esta historia se narraba entre el boton de >>, el pequeño silencio entre track y track y la alarma de "Bateria Descargada". ¿Quien iba a pensar, despues de todo, que los sonidos falsos de las novelas se iban a terminar? Que se iban a quedar olvidados, gastados, sin creditos. ¿Quien iba hablar ahora, del murmullo de sombra de rio de la gente entre el mercado, o de las entidades metalicas de las nubes que hacian silbidos de colores fosforecentes, o del cuchillazo sin sangre del aire enojado, del sonido remolinoso de las cafeterias, del tamborileo marmoreo y alabastrado de los salones de clase?

Él ha cambiado el rumbo de sus pasos, tenía que doblar justo a la derecha, pero hubo algo entre toda aquella pelusa de universitarios que lo mantuvo atado, caminando durante horas con ellos, sientiendose uno de ellos, respirando como ellos y pisando el mismo cemento medio lustroso, medio con polvo y medio descuidado de las banquetas.

El >> del botón le indicó que ahora sí, había llegado la hora de irse. Sabina era lo mejor para las despedidas, quizá porque carecía siempre de ellas.