No podria precisar lo que habia en sus ojos. A pesar del tiempo y todas las emanaciones volcanicas de miles de años congestionados, vivia. Y vivia como una exaltacion severa de la vida. Pero esa mañana, con el libro ya casi terminado (una noveleta googlesca de realismo magico, de techos de chicle, pistolas que no dispararan, mounstros quijotescos y sicarios medievalescos) y el magnetismo estratosferico casi animal de la calle, sintio que podia decirlo casi con palabras: en sus ojos habia retorno de la ausencia.