La felicidad no nos espera del otro lado. No hay luz del otro lado. Hay un vacío interminable. Eso pensaba Jamel McCarthy antes de partir. La luz que atravesaba entre nubes arabescas -parecían gigantescas criaturas míticas-, caía sobre el mar. Una burbuja verde, verdosa, verdísima cubría el bote con un halo de suspenso. Jamel lo supo cuando miró el Naútica que marcaba las tres con treinta minutos. La felicidad no estaba esperando ahí ni en ningún otro lado.
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.