Lo que podemos escribir de las 5:03 a las 5:31 (una disertación metáfisica y casi una afirmación sobre el arte)

Queremos escribir las ultimas páginas en este blog. Se intenta, conforme van pasando los días y los meses, escribir cada vez mejor. Diran algunos que la constancia es la clave, otros que el talento, quizá sea la fortaleza de espiritú, o el mismo corazón. Queremos obedecer a distintos instintos de una mente prostituta. Y la verdad es que, la mente es la puta del cuerpo. Las historias tardan tiempo en fraguarse en la mente. Madurarse. Maduración es movilización vital de todas las partículas de un cuerpo (y precisamente cuando todas las partículas de un cuerpo se ponen en movimiento y alcanzan una misma vibración, son capaces de generar la luz) y pasar de un estado a otro. Nos hemos propuesto, intrínsecamente, escribir durante algún periodo de tiempo indeterminado. Quince minutos. Media hora. Lo que aguante el tiempo. Y vamos aprendiendo a decir, Al diablo la oficina. Al diablo esos contratos. Al diablo esos carajos cheques. Me interrumpieron. Perdón. Será que sólo rindiéndole culto a la escritura como una deida podemos llegar a ella. Adorarla como a una mujer grande, hermosa y fértil (de anchas piernas, torso esbelto y mirada clara) He aprendido a ver a la escritura como una válvula de escape. Precisamente ahí está el error: en no cultivarla como a una antorcha de cálidos brazos. Los días tambien son una forma de darnos fe. Nos movemos por la fe y a través de ella, y solo su redirección podrá guiarnos. Es imposible seguir escribiendo. Pero la vida es precisamente, una lucha de pausas y distracciones; silencios y recomienzos. Uno que piensa que la vida, se encuentre contenida precisamente en esos actos de iluminación: el nacimiento, la creación, el inicio. Nada más equivocado. La verdadera vida, la más recóndita y húmeda (una jungla y el sonido de tambores) se encuentra precisamente en esa oscuridad; el silencio entre un latido y otro; la pausa entre la muerte y un recomienzo; la mirada de una atleta derrotado y todas esas cosas intermedias que parecen no tener la menor importancia. El verdadero arte, quizá se encuentre en esa milésima de segundo antes de que se pone la pluma en el papel. Luego, la tinta nos invade; porque necesitamso también El Método, La Técnica, La Corrección, La Revisión, El Borrador. Pero el arte. Vemos la obra y somos capaces de distinguirla entre las cosas comunes (obra entendida como una cosa-expresión realizada por un ser humano que se expone a los demás, en donde se distingue lo necesario de expresión-humanidad-los-otros, y existe una intencionalidad -consciente o insonciente- de algo) Luego podemos decir que La Obra, existe por algo o para algo; es reproducida por alguien y resuena en el universo, tanto su preludio como su consumación, de forma que casi pudieramos afirmar, aún en los casos de mayor inocencia en donde La Obra parece darse de forma no-intencionada, existe, no un motivo, sino una dirección/intención. Pero no podemos decir así de El Arte. ¿Cual es El Arte? ¿Quién es El Arte? ¿Dónde vive y con qué intención caraja nos jode la existencia? Rendimos eso que llaman arte a nuestra mente, y creemos que podemos abstraerla, organizarla, aún así, existen cosas que no tienen nombre, y nunca lo tendrán.