La vida

Es difícil pensar en la vida. La vida, una cosa imposible de abstraer. La vida, un momento hecho instantes. O viceversa. Lo más parecido a la vida, es quizá la palabra viceversa. Andamos, día con día, e intentamos en la mayoría de los casos, dar lo mejor de nosotros mismos, ser mejores, amar, ser felices. Y buscamos. Podría decir que la vida es buscar hasta nunca encontrar. Somos una exploración hacía el espacio de los inexplicables de un callejón sin salida. Y si fue así, caímos en la trampa. Buscamos, escucharnos bien, parecer inteligentes, ser amados. Nunca he podido entender del todo la razón de la vida, de mi vida, de las vidas humanas. Si tenemos un destino, un comienzo, un final. Y eso hace parecer, que los sueños sean, como nieblas; las nieblas perdida de los hijos de dios. Escribir y desahogarse es lo más parecido a esto: anotar dudas, preguntas pseudointelectuales, y con suerte, terminar con una media sonrisa en la cara. Estoy a punto de irme de viaje, con una maleta vieja, rayana en lo ridículo. Y es que estoy buscando la felicidad; por supuesto que estoy buscando la felicidad como todos. Pero se nos quiere esconder. Y habrá que buscarla como perros. Exprimirla del jodido quinto rincón del universo. Gritar al cielo y reclamarla, a ella, a la vida. Tener el pecho grande. Tener el corazón grande. Porque la vida es corta y nos tiene que tomar en cualquier momento, viviendo, amando, diciendo que sí. Tenemos que salir  y apostar, no por la victoria, sino por la gloria de vivir un momento. Extender los brazos. Respirar. Escuchar. El milagro de todo. Escuchar el milagro. Habrá que ser una especie de alienígena escritor, y robarle la caraja vida al cielo.