Estamos acelerando, María.

La primer historia acelera a mitad de dosmil siete. La sensación de madera vieja, de cuartos encererados, parques brujescos llenos de sensaciones extrañas en la cabeza. Era antigua, vaga, sin mucha forma. Se tratata de una ella que, intempestivamente, vagaba por las calles de la ciudad y nunca terminaba de tomar forma. El cuento comenzaba cuando ella veía sobre la ventana del supermercado una gota terriblemente plástica (y se hacía alusión a el horror de la belleza de las cosas simples). La historia tenia una cierta contraparte. Un personaje hombre que se daba cuenta de algo en algún momento. Y se suponía que tenía que pasar algo. El personaje, confuso, ambiguo y extraño, nunca terminaba de tomar la forma necesario para discurrir por el espacio. Quizá por esa misma falta de definición personal, los personajes proyectadas sugieren la misma confusión: no son nadie. No están definidos. Y lo mejor: no hacen nada. Necesitamos precisamente un momento para poder definirlos. Hablar de lo que hacen y lo que no hacen. Darles un caracter humano. Entonces, la primer historia, quedó altergada como lo hicieron las siguientes. Después vino la siguiente. Era la historia de un naufrago cosmológico que se quedaba atorado en una especie de viaje astral y por alguna extraña razón, se daba cuenta que el paraíso estaba constituido como una dependencia gubernamental. Acordarme de la historia me da verguenza. Iba en tripartita con la historia del Comandante Ramírez y La Pocha. Un narcotraficante mexicano que torturaba a su ex pareja al darse cuenta que lo había traicionado. Luego llegó la segunda Ella. Que eran como una especie de espía que hacía parcour y tenía un equipo de SWAT dispuesto a no se sabe qué. Luego, durante todo el carajo dos mil ocho, luego de darle vueltas a la misma idea, comienza otra historia que se llama precisamente asi El Inicio; la historia comienza donde Janeth, al momento que va a hacer su primer comunión, sufre una crisis epiléptica. Varias versiones de las historias y algunas partes parecen medianamente buenas. En dos mil nueve, el mismo personaje re-comienza una historia luego de una crisis convulsiva en la sala de un hospital. Es la patrona de una banda de narcotraficantes. La historia, a destiempo con otra, narra escenas de los narcos y escenas de Janeth, en un futuro psiquiátrico, obsesionada con las fotos. Los personajes, aunque más confusos y más elaborados, continuan siendo inestables, cambiantes, incoherentes consigo mismos. Dentro de la misma historia, surge el personaje Tijuanas, una mezcla de velocidad y sobredosis que escapa de un ataque de narcotráficos. El ambiente sicaresco domina la escena. Son personajes en fuga, que constatemente huyen. En este año, además, hay una historia completa: William Gordon, es profesionista que se retira a unas vacaciones en invierno con su familia. La historia tiene buenas descripciones y un misterio gótico de asesinatos y fantasmas. Hay otras historias inconclusas como: Danny Gonzalez. Historia de Jenny Inicia la Bomba y Pásame las Inyecciones (una historia demasiado compleja con 6 personajes al border de la locura) En dos mil diez, hay mejores historias, más estructuradas: Valeria, Los entrevistadores, Jamaica Knox Fowles, Eva Gutierrez, Mario Barrera, El Texas, y aunque los personajes asemejan una cierta semejanza con personajes de best seller, son mucho más creíbles. La prosa es mejor, porque ya combina descripciones del ambiente, con pensamientos y van desentrañando la historia poco a poco. El problema es la constante agonía por una trama (en el caso de William Gordon y Julian Casablanca, sí existe y son dos de las mejores historias). Actualmente, en proceso de construcción de nada, y en crisis por completar cualquier historia.