que asco mr. writer.

dicen los expertos, que uno debiera escribir varias horas al día. ensayar largamente con los párrafos; besarles las frases, manosearles las palabras, cambiarlos, moverlos de un lugar a otro. solo he comprobado si esto es verdad contadas veces en mi vida. hubieras visto. era como hacer el amor con esos carajos capítulos en forma de balas trepidantes: cocodrilos que mordían el aire que estaba hecho de pedazos de revistas, cómics y cualquier otra cosa brillante. yo amaba esos capítulos. eran fosforescentes. electrónicos. distantes y drogadictos. rapaces como una prostituta en un ferrari a ciento ochenta kilómetros por puteada. yo nací de esos capítulos: trendys: cortados: alucinantes: alucinógenos. totalmente arrítmicos. pero en fin, yo podía jugar con ellos toda la noche, y estirarles los tamaños, hacer que de sus miles de bocas, salieran todas esas faltas de sintaxis que lo llevaban a uno a proclamar el éxtasis de la mala ortografía. eran, en conclusión, una verdadera porquería que quedó arrumbada en un archivo de PDF. descansen en paz.