Lo más sencillo del mundo para Patrick Trecenme, luego de tocar el filtro del cigarro, era disparar a quemarrropa. Idiota. Olvidó la pistola en la guantera color plomo de su auto. Caraja belleza. Las dos, el auto y el arma. Patrick respiró profundo, se sintió sorprendido y admirado de sí mismo, de poder estar alabando su buen gusto para vestir, al mismo tiempo que resolvía lo que iba a hacer en un momento cómo aquél. Fantasmas fugaces atravesaron el rellano del estacionamiento. El cigarro le quemó los dedos. Era ceniza.
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.