Abrió la puerta y en el suelo reptaban los hilos de aceite de las prensas de la fábrica. Se derramaban y tornasolaban en la tierra y en las hojas de las hierbas que habían formado una lama pastosa. Ahí podría vivir un duende de día y algunos sapos en la noche. A lo lejos, aún de día, se escuchaban pájaros albatros que desde hacía casi tres años se habían convertido en la plaga más molesta de todas. Venían con sus alas y sus caras tontas de exigencia arrogante.
2.6.25
prólogo o epílogo
el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.