15.3.11

Alucinaje forzoso

Pensamos y razonamos las cosas porque, en su mayoría, no somos felices del todo. No se cómo se pueda ser feliz del todo, o si eso exista. Por ejemplo yo, en este momento estoy plácidamente a mitad de una fábrica, rodeado por casi cien personas que trabajan como abejitas de siete a siete y sin nunca llegar a ser complejos o simples del todo. No logro entenderlos, ni conocer sus voces, sus ámbitos, sus sueños. ¿Qué soñaran, los hijos de una tierra así, llena de fábricas? ¿Con qué alucinan? Y es que aquí no existen los nuevos horizontes, se fueron a la mierda, por si alguien desea saber en donde quedaron. Lo único que queda, es enchufar cables, conectar mangueras y creer en hollywood, disneyland, o el superbowl. Nos queda utilizar una hoja de excel durante horas y pensar que estamos haciendo bien las cosas. Pretendemos llegar hacía algún lado inexistente y aún así -a sabiendas y con el conocimiento previo de causa- gateamos hacía una meta que sabemos incierta, falsa, alevosa y mentirosa en todos los aspectos. Es El Deseo, y lo sabemos: lo conocemos desde hace siglos...ese cabrón irredimible, ese hijo de la gran puta que no deja en paz la cabeza. Parece como si el cuerpo fuera la puta del deseo, y la mente la puta del cuerpo. Algunas veces, con un poco de la paz y tranquilidad que las horas bajas nos puedan dar, podremos dirigir nuestra atención hacia algo en concreto. Cerrar los ojos. Respirar. Exhalar tres veces. Y agradecer porque no haya fantasmas al otro lado del espejo, arañándonos la espalda. Agradecer que los demonios se mantengan lejos, muy lejos y que nos esperen del otro lado -no del infierno- del tablero de casino y que nos sonrían socarronamente. Después de todo, la vida es una constante invitación, y la mayoría de las veces nos sabemos quién es el anfitrión. ¿Juegas?  ¿Alucinas? Solo nos queda tragar mierda y pensar (rogar porque sí, o rogar porque no, eso aún no lo sabemos) que las invitaciones serán cada vez mejores y más atractivas.  Pásele, se compran almas a buen precio. Sin intereses y con duendes incluidos. Pero, las cosas mejorarán algún día. ¿Qué podemos temer, cuando tenemos la misma sonrisa que vemos en los diablos que nos invitan a apostar todas las fichas y las mismas garras de las gárgolas que se asoman por los balcones de nuestro ojos? ¿Qué podría ir mal, cuando y bajo la chispa de un voltaje providencial, La Vida o El Juego, nos rete con reventarnos las neuronas en cualquier momento?

prólogo o epílogo

el lector se encontrará en este blog toda una serie de fallas estructurales y gramaticales; de forma y contenido, de orden y cronología. el autor, en un intento muy frustrado de hacerse pasar por novedoso o chiflado, se ha visto acosado constantemente por seres imaginarios que se colgaron alevosamente entre cada una de sus neuronas, como jumanjis en plena selva, como fukús de barcos que llegaran naúfragos en tazas gigantescas de café.