hoy no es un buen lunes, y menos si es martes.



creemos e intentamos convencernos a otros mismos: dios existe, todo va a estar bien, no estamos solos, pronto amanecerá, vamos a salir adelante, encontraremos la solución, por algo pasan las cosas. lejos, muy lejos de abrazar una de estas soluciones es necesario ahondar siempre más oscuramente a las verdaderas soledades: esas arañas y sombras que desgarran el cuerpo. enfrentarse pesadamente al peor de los malestares y salir, sin premura pero si herida, como aquel que intenta haber triunfado, y si no por legitimidad, si por méritos, llevarse la partida. intentamos levantar el brazo, pensar que habrá mañana. el hombre no podrá jamás avanzar, sin haber antes concebido al peor de sus demonios: nombrarlo, lamerle la frente, alimentarle las entrañas con el propio miedo. hoy no es un buen lunes, y menos para nada, si es martes.

[dejarse absorber por la mala entraña, caer, conmovido hasta las lágrimas, feliz de haber encontrado al fin, de entre tantas caras falsas, un tan dispuesta a tragarse los propios restos pútridos: alguien igual de carroñero y sin esperanza, tan dispuesto a estrellarse directito en la mierda de la mierda]

porque no he podido, presa de esta jaloneo metafísico introspectivo mentalístico puñetero, destenderme como debiera y como siempre he hecho: y ése, luego de tanto, pudiera ser e primero de los problemas: intentar siempre, como un reloj que girara para atrás, alcanzar la hora pasada y el tiempo que no fue. hoy por ejemplo, en donde estamos todos, en este cuarto todos, sin solución y bla bla bla, pensando que es lunes. pero hoy no es lunes, es martes.